EQUIPO SALUD MENTAL SAAVEDRA
(CSMS)
MI ESPACIO TRANSICIONAL
Así
podría nombrar lo que significa el Centro de Salud Mental Saavedra (CSMS) en
esta etapa de mi vida. De a poco lo voy conociendo y de repente, cada vez es
como si ya hubiese estado ahí en alguna otra vida, como suele decirse cuando
algo resulta ser familiar.
Hay
un momento en la vida de una persona en donde en el mejor de los casos, se van
soltando los acobijados y conocido brazos parentales y se va construyendo de a
poco, paso a paso, un camino propio en donde el sujeto es el único creador
responsable. Quizás más difícil se torna cuando ese camino es muy distinto al
ya conocido y experimentado por las únicas personas que hasta ese momento sirvieron de soporte y guía. Pero ¿de
qué se trata la vida si no es de arriesgarse y atreverse a explorar lo
desconocido? Y de eso se trata mi llegada al CSMS. De experimentar, de
explorar, de arriesgarme, de atreverme y de ir adueñándome de un espacio en
donde puedo jugar a ser quien elegí ser hace ya casi 6 años cuando decidí
comenzar un largo y desconocido camino pero al mismo tiempo MI camino, mi carrera.
Encontrar
al CSMS justo unos meses antes de terminar la carrera de Psicología en mi
queridísima Facultad de Psicología de la UBA, la cual admiro y respeto
profundamente, me sirvió mucho a la hora de decirle “hasta luego” a ese querido
lugar y “adiós” a la etiqueta de estudiante. Por eso es que decido llamar al
CSMS como mi espacio transicional, pensando en una analogía con el objeto
transicional de Winnicot, en la medida en que quizás me sirvió de puente entre
el mundo universitario y el mundo profesional o “mundo psi” como me agrada
llamarlo.
Muchas
veces me he preguntado ¿qué voy a hacer cuando termine la carrera? ¿cómo será
tener mi primer paciente? O ¿qué voy a hacer cuando tenga varios pacientes?
¿Cómo intervenir, qué decir? Y siguiendo con Winnicot ¿seré lo “suficientemente
buena”? Pero he encontrado en el Centro un lugar en donde poder poner en práctica
y en palabras estas preguntas y quizás el lugar donde encuentre posibles
respuestas, si las hay.
Por
otro lado, considero que mi llegada al Centro nada tuvo que ver con el destino,
nada es casual. Para que entiendan, pasó a contarles cómo lo encontré: era un
día de esos en los que la cabeza es un remolino de conceptos y teoría y la
habitación se convierte en un monstruo de apuntes de la facultad. Uno de esos
días anteriores a un parcial, decidí tomarme un recreo e ir a la peluquería del
barrio, quizás muchos la conozcan. Ahí, esperando el turno, encontré la revista
del barrio de Saavedra en la cual había una nota sobre el CSMS. Ahí lo descubrí
y sin pensarlo, al otro día ya estaba llamando en busca de trabajo. Lo
interesante de la historia es que al llevar mi CV a la dirección que había
anotado, Cristina no pudo recibirme ya que
estaba con un paciente. Al reencontrarme nuevamente con la euforia de la
facultad, olvide por un tiempo de volver a
intentarlo. Volví a hacerlo justo unos meses antes de terminar la
carrera, quizás buscando inconscientemente una extensión de la facultad, la
cual ya estaba despidiendo. Así fue como empecé a conocer a
Cristina a su equipo y a su forma
de trabajar. De esta manera encontré en la realidad lo que en la teoría parecía
un ideal. Un enfoque interdisciplinario donde cada disciplina no intenta
anteponerse sino articularse y trabajar en conjunto poniendo en un primer plano las necesidades
del paciente.
Y acá sigo, con la
escucha atenta, con mucha teoría y poca experiencia, pero con ganas de
construir desde lo desconocido mi propio camino como profesional e ir de a poco
soltando los libros para poder crear con
los avatares de cada paciente.
Lic. María Eugenia Ramundo
Psicóloga Clínica
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