martes, 31 de marzo de 2015

EQUIPO SALUD MENTAL SAAVEDRA 
        
(CSMS)                                                             


MI ESPACIO TRANSICIONAL

Así podría nombrar lo que significa el Centro de Salud Mental Saavedra (CSMS) en esta etapa de mi vida. De a poco lo voy conociendo y de repente, cada vez es como si ya hubiese estado ahí en alguna otra vida, como suele decirse cuando algo resulta ser familiar.
Hay un momento en la vida de una persona en donde en el mejor de los casos, se van soltando los acobijados y conocido brazos parentales y se va construyendo de a poco, paso a paso, un camino propio en donde el sujeto es el único creador responsable. Quizás más difícil se torna cuando ese camino es muy distinto al ya conocido y experimentado por las únicas personas que hasta ese  momento sirvieron de soporte y guía. Pero ¿de qué se trata la vida si no es de arriesgarse y atreverse a explorar lo desconocido? Y de eso se trata mi llegada al CSMS. De experimentar, de explorar, de arriesgarme, de atreverme y de ir adueñándome de un espacio en donde puedo jugar a ser quien elegí ser hace ya casi 6 años cuando decidí comenzar un largo y desconocido camino pero al mismo tiempo  MI camino, mi carrera.
Encontrar al CSMS justo unos meses antes de terminar la carrera de Psicología en mi queridísima Facultad de Psicología de la UBA, la cual admiro y respeto profundamente, me sirvió mucho a la hora de decirle “hasta luego” a ese querido lugar y “adiós” a la etiqueta de estudiante. Por eso es que decido llamar al CSMS como mi espacio transicional, pensando en una analogía con el objeto transicional de Winnicot, en la medida en que quizás me sirvió de puente entre el mundo universitario y el mundo profesional o “mundo psi” como me agrada llamarlo.
Muchas veces me he preguntado ¿qué voy a hacer cuando termine la carrera? ¿cómo será tener mi primer paciente? O ¿qué voy a hacer cuando tenga varios pacientes? ¿Cómo intervenir, qué decir? Y siguiendo con Winnicot ¿seré lo “suficientemente buena”? Pero he encontrado en el Centro un lugar en donde poder poner en práctica y en palabras estas preguntas y quizás el lugar donde encuentre posibles respuestas, si las hay.
Por otro lado, considero que mi llegada al Centro nada tuvo que ver con el destino, nada es casual. Para que entiendan, pasó a contarles cómo lo encontré: era un día de esos en los que la cabeza es un remolino de conceptos y teoría y la habitación se convierte en un monstruo de apuntes de la facultad. Uno de esos días anteriores a un parcial, decidí tomarme un recreo e ir a la peluquería del barrio, quizás muchos la conozcan. Ahí, esperando el turno, encontré la revista del barrio de Saavedra en la cual había una nota sobre el CSMS. Ahí lo descubrí y sin pensarlo, al otro día ya estaba llamando en busca de trabajo. Lo interesante de la historia es que al llevar mi CV a la dirección que había anotado, Cristina no pudo recibirme ya que  estaba con un paciente. Al reencontrarme nuevamente con la euforia de la facultad, olvide por un tiempo de volver a  intentarlo. Volví a hacerlo justo unos meses antes de terminar la carrera, quizás buscando inconscientemente una extensión de la facultad, la cual ya estaba despidiendo. Así fue como empecé a conocer  a  Cristina a su  equipo y a su forma de trabajar. De esta manera encontré en la realidad lo que en la teoría parecía un ideal. Un enfoque interdisciplinario donde cada disciplina no intenta anteponerse sino articularse y trabajar en conjunto  poniendo en un primer plano las necesidades del paciente.
Y acá sigo, con la escucha atenta, con mucha teoría y poca experiencia, pero con ganas de construir desde lo desconocido mi propio camino como profesional e ir de a poco soltando los libros  para poder crear con los avatares de cada paciente.


Lic. María Eugenia Ramundo
                                                                                                         Psicóloga Clínica